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Hay que elegir qué se quiere romper.


Si los hombres sangraran la primera vez que eyaculan, si la mancha en las sábanas de ese sello de garantía roto, se exhibiera por las ventanas como prueba de su hombría; la historia hubiera sido muy distinta.


En el siglo XV, en Europa, se esperaba tras la puerta de la primera noche de bodas, la ansiada mancha roja sobre la sábana nupcial; con ella en alto, empezaba el regodeo jubiloso, tanto por la potencia del varón por romper el himen, tanto por la pérdida de la virginidad de la dama. El rompimiento del himen era un asunto público, social, político. Pero de este lado del mundo, en el mismo siglo, la virginidad de una esclava como Malinche, causaba menos entusiasmo. En el mundo náhuatl, así como un hombre podía convertirse en héroe en la batalla, una mujer lo hacía al romper la fuente y dar a luz; en ambos casos, se conseguía capturar un alma. Y si de eso se tratase, la Malinche capturó el alma de una raza entera en su vientre.


Ser herederas de la Malinche no es poca cosa, ella se inventó una posibilidad para sobrevivir cuando no existía ninguna, ella conjuntó habilidades e inteligencia para destacar en medio de dos mundos dominados por hombres, ella fue estratega. Que luego, la historia tachara a la mujer prehispánica más brillante de la que se tiene registro en este país, como una traicionera, como una puta, convirtiendo su nombre en un insulto… bueno, sé que suena a mal chiste de un borracho necio, pero es que, la historia oficial de este país bien parece que fue escrita precisamente por un borracho necio y bravucón, en la que todo rastro de mujeres claras, precisas, valientes e inteligentes, queda borrado entre burlas bobas e insultos velados. Es impresionante lo bien que funcionó.


El pensar que esto ha cambiado por que en los últimos años se ha avanzado un poco, es ingenuo; romper con la ancestral roca insana de la misoginia cultural, lleva más tiempo. Pero corroer esa roca desde ahora es posible. Cada una: lucha a lucha, orgullo a orgullo, triunfo a triunfo. Cada vez que alzamos la voz con nuestros logros sin modestia, cada vez que animamos a la otra en sus caídas, cada vez que pisamos fuerte en cualquier escenario de la vida laboral, personal, social; cada hallazgo dentro de nosotras mismas, cada vez que le ponemos el alto a cualquier maltrato, esa roca se corroe irreversiblemente. Cada vez que damos un paso adelante como lo hizo Malinche diciendo: Yo sé. Cada vez que heredamos o contagiamos un pensamiento de poder a la otra, se le cae un pedazo entero a esa roca.


El cambio de rumbo del registro de la historia, no depende de romper a “quien nos escribe”, depende de que cada de una de nosotras se haga cargo, dejando nuestra propia historia bien cincelada sobre esa roca, hasta que en ella encontremos nuestro rostro.


En estas cuatro historias que se presentan en el proyecto Malinche, Malinches, ellas van desenredando las ideas de entre la cabellera, dejando capas de piel en el camino, echando lágrimas a la herida, limando el arcoíris en las uñas; cada Malinche va trenzando su vida con lo que le toca, pero más, con lo que logra, mestizaje de herencia y de nuevos horizontes. Que no quede ni una anclada en el pasado, que mire con consciencia hacia los lados, y avance en manada hacia adelante. Adelante, ahí, donde todo está por romper.

Bárbara Colio


Charla con Margo Glanz: Malinche.

Video testimonio de Malinche: Texto: Rocío. Realización: Bárbara Colio

 
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